Cuando se trata de ingresos, gastos y ahorros, hombres y mujeres rara vez están de acuerdo.
Durante sus nueve años de matrimonio, Linda Carlson y Jim Scan Beaty siempre han estado de acuerdo en cuestiones de dinero, salvo cuando se ha tratado de inversiones. “Jim es afecto a proponer ideas muy arriesgadas, y mi reacción es echarle miradas furiosas”, comenta Linda.
Ruth Hayden, asesora financiera, más de que los hombres y las mujeres están sujetos casi desde su nacimiento a influencias culturales que los llevan a considerar de manera sumamente distinta las cuestiones de dinero”.
Otros expertos han llegado a la misma conclusión, pero dan una explicación diferente. Por ejemplo, la genetista Anne Moir, coautora del libro Brain Sex (“El sexo del cerebro”), sostiene que el sexo de una persona se manifiesta en la forma en que el cerebro procesa información. ”Los hombres y las mujeres”, afirma, “son distintos tanto fisiológica como mentalmente”.
Es muy probable, claro está, que la conducta de una persona en particular no corresponda exactamente a la que se le atribuye en razón de su sexo. Pero si desea usted evitar conflictos con su cónyuge, le convendrá estar consciente de las diferencias de actitud que existen entre los hombres y las mujeres respecto al dinero. Aquí tiene algunos consejos para superar esas diferencias en cinco aspectos fundamentales.
INGRESOS
“El salario que percibe un hombre es un indicador de su éxito”, observa el psicólogo Robert Nadel, asesor administrativo. Las mujeres, en cambio, consideran el salario sólo como una consecuencia de los logros profesionales. Una encuesta llevada a cabo recientemente en Estados Unidos, y en la que respondieron 2958 trabajadores, reveló que las mujeres, en una proporción 21 por ciento mayor que los hombres, mencionan las características de su jefe como razones “muy importantes” para haber tomado su empleo. Además, se mostraron 56 por ciento más inclinadas que los varones a considerar que el trabajo estimulante es otro factor decisivo.
Los expertos convienen en que las mujeres tienen mucho menos seguridad que los hombres respecto a su capacidad de percibir ingresos, lo que influye en muchas de sus decisiones financieras. Y es cierto que en el terreno laboral ganan menos que los varones, de modo que quizá son simplemente realistas ante sus oportunidades de competir con ellos. Victoria Felton-Collins, coautora de Ditorce and Money (“El divorcio y el dinero”), señala: “Los hombres se imaginan que el dinero viene en un flujo constante, mientras que las mujeres lo ven en un estanque que podría vaciarse”.
Consejo: Como las damas están dando grandes pasos en su lucha por la igualdad salarial, es seguro que los conflictos con su pareja se compliquen. “El cónyuge que percibe el mayor ingreso por lo general quiere tomar la mayoría de las decisiones”, dice la psicoterapeuta Linda Barbanel. “Pero en el matrimonio, marido y mujer deben decidir juntos, en vez de que ello dependa de quién gana más”.
GASTOS
Existe un estereotipo según el cual las esposas gastan hasta el último centavo, para disgusto del mezquino marido.
Las mujeres, en efecto, van de compras con más frecuencia que los hombres. De acuerdo con un estudio realizado en 1991, menos de la mitad de los hombres compran su ropa y sus artículos de tocador, en contraste con 80 por ciento de las mujeres. Según Olivia Mellan, psicoterapeuta y autora del libro Money Harmony (“Armonía monetaria”), esto da el siguiente resultado: “Como suele esperarse que la madre de familia provea lo que se necesita en su hogar, fácilmente se le aplica la etiqueta de despilfarradora”.
La verdad es que ambos sexos son propensos a gastar mucho, pero en diferentes etapas de su existencia y por razones muy distintas. Las mujeres a menudo se dan la gran vida durante los primeros años de su carrera profesional, a modo de declaración cie libertad. Pero con el tiempo, afirma el planificador financiero Larry Howes, “ven el dinero como el único instrumento para hacer frente al mundo, y se vuelven mucho más juiciosas”.
Para ellos, el proceso es a la inversa: suelen gastar más conforme pasan los años. Quienes io duden sólo tienen que contar el número de caballeros de pelo entrecano que visitan la agencia de automóviles de lujo más cercana. “A medida que maduran y se acostumbran al éxito”, opina Howes, “los señores se vuelven menos prudentes, más antojadizos”. Y como se sienten más seguros respecto a su poder adquisitivo, compran cosas caras sin pensarlo tanto como las mujeres.
Consejo: Los matrimonios pueden evitar discusiones sobre compras “innecesarias” y superar muchos malentendidos si programan el gasto de tal forma que cada cónyuge satisfaga sus necesidades y al mismo tiempo ambos alcancen los objetivos comunes. Tanto el marido como la mujer tienen el derecho de gastar parte del dinero en gustos personales. La tendencia actual entre recién casados es abrir tres cuentas bancarias: la tuya, la mía y la nuestra.
AHORROS
La lógica aconseja que las mujeres ahorren lo más posible, dadas las probabilidades de que sobrevivan a sus esposos varios años, o se divorcien. Pero por lo común no están tan bien informadas como los hombres en materia de economía .La mayoría no ahorran lo suficiente o no comienzan a hacerlo a tiempo.
Un estudio reciente reveló que, en promedio, las damas ahorran la mitad que los caballeros, y que entre las que tienen de 41 a 64 años de edad, sólo 46 por ciento comenzaron a ahorcar para su retiro antes de los 40, a diferencia de 67 por ciento de los varones. “Muchas mujeres todavía le dejan al hombre la responsabilidad del ahorro”, señala Karen Altfest, planificadora financiera.
No obstante, abrir cuentas de ahorros separadas puede ser motivo de conflictos y sentimientos de culpa. Por eso hay personas que tienen dinero del cual su cónyuge no sabe.
En mayo de 1993, en un artículo periodístico se pidió a los lectores que escribieran el mejor consejo que habían recibido de su madre. Una de las respuestas más frecuentes fue: guardar algo de dinero donde la pareja no lo vea.
Consejo: Esconder dinero, incluso para casos de emergencia, levanta barreras. “Si bien no es mala idea reservar cierta cantidad para gastarla como uno quiera, una persona casada no debe guardar dinero en secreto”, recomienda la planificadora Altfest. Las parejas deben tener cuentas de ahorro mancomunadas, pero cada cónyuge debe también asumir la responsabilidad de su propio futuro.
INVERSIONES
Por lo general, los hombres se muestran mucho más dispuestos que las mujeres a arriesgar el dinero. Una de las razones es que ellas tienden a desconfiar de sí mismas en estos terrenos. Cierta encuesta mostró que, entre los estudiantes de enseñanza media superior, casi dos hombres por cada mujer se consideran conocedores de finanzas e inversiones, y que, sin embargo, la diferencia de conocimientos es en realidad muy poca.
Una consecuencia de esta inseguridad de las mujeres es que muchas son demasiado precavidas. Bridget Macaskill, presidenta de una compañía de administración financiera, observa: “Las mujeres creen que los riesgos en las inversiones significan solamente la posibilidad de perder el dinero, así que a menudo optan por inversiones de escaso riesgo”.
En cambio, los hombres no se preocupan tanto ante la posibilidad de cometer errores financieros, y se inclinan más hacia las inversiones que superan el ritmo de la inflación, como los valores bursátiles. Esto tiene mucho que ver con la competitividad masculina.
Consejo: Estamos hablando de un aspecto en el que conviene aprovechar las diferencias entre ambos sexos. Una parte de las inversiones puede hacerse en valores de poco riesgo, y la otra parte puede hacerse con miras a compensar la inflación.
PRÉSTAMOS
Un estudio efectuado en 1993 reveló que las mujeres son más propensas que los hombres a tener cada mes un saldo en su contra, generalmente de 1000 dólares, en sus tarjetas de crédito. Pero cuando se trata de préstamos con intereses muy altos, ellas se muestran muy renuentes a correr riesgos.
Rebecca Maddox, presidente de una compañía que financia y asesora empresas propiedad de mujeres, comenta: “La mujer suele pedir prestado únicamente lo que necesita, mientras que el hombre, si puede obtener 250,000 dólares como máximo, esa suma solicita”. La prudencia es admirable, pero impide a muchas damas iniciar un negocio o comprar la casa que siempre han soñado.
Los varones a menudo consideran que un préstamo cuantioso les da prestigio, como si fuera un automóvil de lujo: lo coman como un signo de que han alcanzado el éxito. Sin embargo, esa vanidad los mete en líos. “Los hombres suelen rezagarse en el pago de sus deudas”, dice Luther Gatling, presidente de una agencia no lucrativa de asesoría presupuestal y crediticia. Durante 1993, casi dos mujeres solteras por cada hombre acudieron a esa agencia en busca de ayuda, aunque la deuda promedio de los hombres era considerablemente mayor que la deuda promedio de las mujeres.
Consejo: Los matrimonios que discuten por deudas deben examinar sus hábitos, en lo que se refiere al dinero, antes de emprender cambios. “La pareja debe ser franca al considerar las dificultades a las que se haya enfrentado en el pasado”, advierte Gatling. ¿Cuándo se necesita hacer ajustes? Si más del 20 por ciento del salario neto se destina al pago de una deuda no hipotecaria, la familia está en problemas.
Los desacuerdos entre hombres y mujeres no siempre surgen sólo por cuestiones de dinero. A veces tienen que ver con la seguridad, la posición social o la imagen personal. La escritora Felton-Collings señala: “Es preciso que los cónyuges aclaren que significa el dinero para cada uno de ellos, no en términos monetarios sino tomando en cuenta los sentimientos que entran en juego. Solo entonces encontraran soluciones que satisfagan a ambos”.