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viernes, 17 de octubre de 2014

¿COMO SALIR DE LAS DEUDAS?


“Adelgace” sus deudas y “engorde” su bolsillo.
Gastar de más igual que comer de más, es un proceso que empieza en forma gradual. Así como podemos olvidarnos de verificar nuestro peso con regularidad, también podemos omitir la tarea de revisar nuestro saldo bancario. Resulta sumamente fácil no establecer presupuestos para el futuro, dejar que se acumulen los intereses de las tarjetas de crédito, o empezar a pagar con una el saldo deudor de otra.
“Cuando no abrimos los sobres que sabemos que contienen facturas y cuando evitamos hablar de asuntos de dinero con nuestra pareja, nos encontramos ante otras señales de advertencia de que estamos gastando demasiado”, dice la consultora financiera Marie Jennings.
Antes de que nos demos cuenta, ya estamos endeudados. Y de manera parecida a lo que ocurre con la obesidad, las deudas nos provocan estrés y nos hacen sentir infelices.
“Enterrar la cabeza en la arena no resuelve los problemas. Es preciso hacerles frente”, asegura la consultora Jennings. Para ello, necesitamos un plan estructurado – una “dieta” financiera — que nos indique qué hacer y cuándo hacerlo.
Empiece por medir la “obesidad” o deuda, de la que se quiere desembarazar. Consigne en un papel su situación económica general: los valores que posee, los ingresos que percibe, sus ahorros, las deudas contraídas…, todo. Calcule cuánto dinero obtendrá en los próximos seis meses y determine cuánto debe destinar a los gastos esenciales. Luego diseñe un plan de gastos realista que le permita ir pagando sus deudas, aunque sea con cantidades pequeñas. Salde primero las deudas más importantes, como la hipoteca.

Ahora, ¡empiece la dieta!

Primer mes
  • Durante un plazo mínimo de una semana, lleve un meticuloso registro diario de todo lo que gasta. Le sorprenderá ver que las cantidades pequeñas suman un montón de dinero que se le escurre entre las manos.
  • Establezca un límite diario o semanal de gastos. Cuando salga de casa, lleve exactamente la cantidad prevista – para sufragar sus gastos de trasporte y sus compras —  y resista la tentación de excederse usando las cajas bancarias automáticas o las tarjetas de crédito.
“Si es necesario, recurra a la cirugía plástica radical: ¡haga pedazos las tarjetas de crédito!”, aconseja Alison Mitchell, autora de Your Money Straight and Simple (“Su dinero simple y llano”).
  • No salga de compras cuando esté cansado o tenga hambre; lo más probable es que gaste dinero en cosas que en realidad no necesita. Si está fatigado, siéntese o recuéstese con los pies en alto. Como antes de ir al supermercado.
  • Hable con sus acreedores. Elizabeth Stanton, experta en cuestiones de crédito, explica: “Sus acreedores no sabrán que usted tiene un problema a menos que se lo comunique. En estos tiempos difíciles, es posible que le tengan consideración y le permitan renegociar su deuda”.
  • Converse con el gerente de su banco. “Nos parece muy importante que nuestros clientes hablen con nosotros de su situación lo más pronto posible”, dice el banquero Denis Piggott. “Queremos que se acerquen a nosotros antes de que se sobregiren, no después”.
  • En principio, no pida nuevos préstamos. Como señala Alison Mitchell: “Si alguien le ofrece crédito, de hecho lo está invitando a endeudarse”. Pero, dependiendo de sus ingresos y de su grado de endeudamiento, a largo plazo podría ser sensato obtener un préstamo bancario con una tasa de interés más baja que la de una tarjeta de crédito, a fin de pagarles a sus acreedores. Tal vez le resulte más fácil manejar esa deuda única.
  • Averigüe si alguno de sus amigos tiene problemas financieros similares a los suyos y bríndense apoyo mutuo. Llámense por teléfono y reúnanse con regularidad para cerciorarse de que no están gastando de más a escondidas.
Segundo mes
Sus deudas ya deben haber adelgazado. Si no es así, revise sus egresos con mayor rigor.
  • ¿Gasta demasiado en comida? Examine la posibilidad de llevar al trabajo sus propios sándwiches o una ensalada. Quizá pueda adquirir menos alimentos preparados, o comprar al por mayor. Planee un menú semanal a base de ingredientes baratos y dése el tiempo necesario para preparar las comidas: así no tendrá que recurrir a los platillos ya elaborados, que resultan caros.
  • ¿Desperdicia energía eléctrica o gas? Use las lavadoras de vajilla o de ropa sólo cuando tengan cargas completas. No deje su calentador de agua en “automático” todo el tiempo; enciéndalo cuando vaya a necesitar agua caliente.
  • Revise su recibo de teléfono. Algún miembro de su familia podría estar haciendo llamadas muy largas. Pida a todos en su casa que efectúen sus llamadas de larga distancia en los horarios y los días en que las tarifas son más bajas.
  • ¿Sus seguros le proporcionan ventajas? ¿No le convendría más inscribirse en el programa de seguros de gastos médicos de su empresa que asegurarse por su cuenta?
  • Revise sus contratos de servicio de aparatos electrodomésticos cuando llegue el momento de renovarlos. ¿De verdad los necesita, o podría ahorrar ese dinero para pagar alguna reparación cuando se requiera?
  • Haga limpieza de sus armarios y organice una venta casera informal de todo lo que no necesita; use el dinero recaudado para abonarlo al pago de una deuda.
Segundo año
Sus deudas ya deben estar saldadas o bajo control. Recompénsese – dentro de su presupuesto, claro está – yendo a cenar a un restaurante o planeando unas vacaciones.
Empiece a ahorrar con regularidad, aunque al principio las cantidades sean pequeñas. Y considere la conveniencia de volver a usar una tarjeta de crédito si eso le brinda la oportunidad de conservar su dinero más tiempo (en una cuenta que devengue intereses). Pero asegúrese de que puede pagar su saldo deudor cada mes…, ¡y hágalo!
Como sucede con todas las dietas, hay que estar muy atentos para no reincidir en los malos hábitos.

7 MANERAS DE AHORRAR TIEMPO


Cada día nos cuesta más trabajo encontrar tiempo para disfrutar la vida. Sin embargo, algunas de las personas más ocupadas y activas del mundo se las arreglan para desempeñarse con éxito en su profesión y a la vez disponer de tiempo para estar con la familia, descansar y divertirse. A continuación presentamos al lector los mejores consejos que esas personas dan para ganarle al día por lo menos una hora, así como las recomendaciones que los expertos en administración del tiempo ofrecen para alcanzar el mismo objetivo:

1. Aproveche sus horas de mayor eficiencia.

¿Cuál es el mejor momento del día para realizar las tareas importantes? El doctor Nathaniel Kleitman, fisiólogo de la Universidad de Chicago, ha señalado en informes de sus observaciones que la temperatura normal del organismo puede variar hasta tres grados durante el día. Tal variación coincide con los altibajos de la eficiencia en el trabajo, la lucidez y la sensación de bienestar.
Remolonear en la cama por la mañana puede significar el desperdicio de valiosos minutos de tiempo productivo. “Hace mucho descubrí un truco que me permite ahorrar entre 20 y 50 minutos al día”, me contó en cierta ocasión un hombre muy trabajador. “Sencillamente me levanto de la cama en cuanto despierto. Quedarse entre las sábanas sólo aplaza lo inevitable y, de todos modos, uno no descansa más permaneciendo acostado otro rato”.
Tendemos a sentirnos más despejados hacia el mediodía y poco antes o poco después de anochecer. En las primeras horas de la tarde aumenta la somnolencia; a eso de las 2 o 3 la eficiencia cae en una especie de “bache”. Después de alcanzar la temperatura corporal máxima, entre las 6 y las 8 de la noche, muchas personas experimentan una disminución en su agudeza mental.
Aproveche sus horas de mayor eficiencia para realizar las tareas difíciles o que exijan creatividad. En las horas de menor concentración, lea el periódico, ordene el escritorio o revise la correspondencia. Adaptar las actividades al grado de lucidez permite lograr más en menos tiempo.

2. Elabore un plan.

¿Viajaría usted en su automóvil a un lugar que no conoce sin consultar un mapa de carreteras? Los expertos en administración del tiempo coinciden en señalar que los minutos más productivos del día son aquellos que se dedican a planificar. Con sólo 20 minutos diarios de organización, usted podría ahorrarse una hora del tiempo adicional que dedica a recordar las tareas pendientes. “No trate de llevar en la mente toda la agenda de sus actividades”, aconseja Lucy Hedrick, autora de Five Days to an Organized Life (“Organice su vida en cinco días”). “Anote lo que deba hacer a fin de tener la cabeza despejada para labores más creativas”.
Elabore diariamente una lista de tareas por hacer. Si anota menos de diez, asigne un grado de prioridad a cada una usando números. Si rebasan de una decena, agrupe las más urgentes y asígneles la letra A; a las medianamente urgentes, la B, y a las menos importantes, la C. O bien, clasifique-las con marcas de distinto color.
En menos de diez minutos, la abogada neoyorquina Christine Beshar, madre de cuatro hijos, hace una lista de todos los quehaceres domésticos del día. Mediante una buena organización, se da tiempo para atender tanto sus deberes familiares como los profesionales, además de seguir participando en actividades de su parroquia y en el patronato de una universidad. Y, por si fuera poco, lo hace todo bien.

3. Clasifique su trabajo de escritorio.

Al decir de Dianna Booher, autora de Cutting Paperwork in the Corporate Culture (“Cómo reducir el trabajo de escritorio en las empresas”), los empresarios dedican muchas horas a redactar, leer, archivar y localizar documentos. Es más, añade la escritora, nunca vuelven a ver gran parte de lo que archivan. Para resolver este problema, acostúmbrese a concentrar la atención exclusivamente en las tareas importantes.
Reúna los documentos que le resulten verdaderamente útiles o necesarios y clasifíquelos de acuerdo con los siguientes encabezados: “Hacer” (tareas por realizar o que hay que encomendar a otros); “Leer” (información de la que es preciso enterarse tan pronto como sea posible), y “Archivar” (documentos por revisar en fechas futuras). Coloque el legajo correspondiente a “Hacer” sobre su escritorio, de preferencia en el centro, y guarde los otros dos en un cajón del mismo o en un archivador. Tener a la vista sólo lo indispensable evita divagaciones inútiles.

4. Procure no recibir visitas a cualquier hora.

A muchas personas les gusta decir que la puerta de su oficina siempre está abierta para todos. Sin embargo, quien recibe a todo aquel que se presenta de improviso, conversa mucho y trabaja poco.
El secreto es discurrir la manera de protegerse de las interrupciones sin ofender a nadie. David Levy, consultor de relaciones públicas internacionales, utiliza una variante de la política de puertas abiertas: deja la suya entreabierta. Así queda claro que en realidad no desea que lo interrumpan, pero que se puede entrar si el asunto es importante.
Otra manera de deshacerse de las visitas inesperadas es ofrecer disculpas por estar tan ocupado y convenir con la persona en verse en una hora de menos trabajo, o durante el periodo en que disminuye su eficiencia.

5. Controle el teléfono.

Hay un cuento de un granjero cuyo teléfono suena sin cesar mientras él conversa con un vecino en la entrada de su casa. Este se impacienta, pero el granjero se limita a cambiarse de lado la pipa. “No haga caso”, le dice. “Mandé conectar ese teléfono para usarlo cuando yo quiera”.
Pocos aparatos pueden ahorrarle más tiempo —o hacérselo perder— que el teléfono. Para cortar telefonemas prolongados, aconseja R. Alee Mackenzie, autor de New Time Management Methods (“Nuevos métodos para administrar el tiempo”), establezca un límite de tiempo y, una vez que haya transcurrido, indique que desea terminar la conversación con una frase como “Antes de colgar…”. Uno puede ahorrar aun más tiempo absteniéndose de contestar todas las llamadas que recibe.
Ahora bien, antes de hacer usted una llamada telefónica, tome providencias. Si va a tratar varios asuntos, anótelos y no se aparte de ellos. Las personas ocupadas agradecen que se les hable sin rodeos. Para evitar que no le contesten, lleve un registro de las horas de menos trabajo de las personas a quienes telefonea con mayor frecuencia. Mejor aún, convenga en llamar a cada una de ellas en cierta fecha y a determinada hora.

6. Mientras espera, trabaje.

Cuando es inevitable tener que esperar, aproveche el tiempo para leer. En un portafolio o una carpeta puede llevar las cartas, informes, minutas y recortes que no ha podido revisar.

7. Haga una pausa. 

Aprovechar el tiempo no significa trabajar sin descanso. Interrumpir el trajín puede ayudarle a desempeñarse mejor y con más rapidez. Una siesta a mediodía, por ejemplo, permite reponer la energía. El ejercicio ayuda  a aclarar la mente y relajar el cuerpo.
Incluso diez minutos de ejercicios de  relajamiento y respiración ayudan a despejarse y reanimarse, asegura Lester Bittel, autor de Right on Time  (“Justo a tiempo”), quien aconseja, tomarse al menos un día de descanso cuando las presiones a causa del  tiempo se prolonguen demasiado.
Para ayudar a sus clientes a ganarle una hora al día, un relojero de Dallas fabricó un reloj en el que los  minutos son de 57.6 segundos. Los  2.4 segundos que se restan a cada minuto suman 60 minutos en un día. Usted puede lograr el mismo resultado administrando su tiempo con más eficacia. Así cosechará todos los frutos de su trabajo.

miércoles, 1 de octubre de 2014


En lugar de creer que Dios puede hacer algo bueno con su situación, muchas personas tienen una reacción negativa ante las adversidades y los problemas.
No estoy diciendo que Dios mande los problemas, pero sí que Dios usará la adversidad que enfrenta para hacer cosas mas grandes en su vida si tan sólo hace su parte y se mantiene firme y fuerte.
La fe hace que Dios cambie su situación y cuando eso sucede es magnífico, se requiere de una mayor confianza y una comunión más profunda con Dios.
Aveces las circunstancias no cambian de inmediato, pero cuando hay fe en Dios entonces decimos: "Dios, no me importa lo que venga contra mí, no me importa cuánto tiempo se tarde, esto no me derrotará. No seré tumbado por esta prueba porque yo sé que Tú estás a mi lado y mientras seas por mí, es lo único que me importa".
La fe es la que le hace atravesar esas noches oscuras del alma cuando no sabe a dónde ir o qué hacer, y al parecer, no puede soportar un día más... pero a causa de su fe en Dios, no solo lo soporta, sino que lo supera.